lunes, 30 de mayo de 2011

Matemos a los blog de minita


Seguimos trabajando para ustedes. Mientras, les dejamos un nuevo post, en este caso, una colaboración que gentilmente nos han enviado desde algún extraño, lejano y femenino lugar del mundo. ¡Saludos, amigos y enemigos virtuales! (20.000 visitas y casi sin nombrar a Sarlo, es un mérito, o no?)

Internet da para todo. Esta verdad de Perogrullo resulta irrefutable y vigente al enfrentarnos con un flagelo que aumenta exponencialmente conforme se incrementa el acceso a esta herramienta que es revolucionaria en sus posibilidades pero que acaba siendo una navaja en manos de un mono tití en el 80% de los casos.
Digámoslo así: si hoy viniera el señor Internet y dijera “hay que recortar un poco el caudal de información que está circulando, esto es un berenjenal, así no va”, lo primero que deberíamos reclamar que desaparezca son los blog de minita.
El blog de minita es un mal de la época. Mezcla de revista femenina y libro de autoayuda (dos de los productos más nefastos del consumo cultural), éste tipo de bitácora sirve para sostener y alimentar el ego y los conflictos mal resueltos de mujeres de edad variable que no llegaron a superar la fase “salida de la niñez-adolescencia temprana”.
No importa que la autora sea una mujer mayor de edad, casada, divorciada, separada, viuda, soltera empedernida. La dueña del blog de minita usa ese espacio como usa una minifalda: para exponer(se) y ver si otros la aceptan y la quieren y le dan la razón. Para ello recurre al relato básico de experiencias habitualmente personales que no revisten demasiado interés salvo para quién las escribe.
En ese espacio (que tiene porque es gratis como el aire) ella (suelen ser mujeres, mal que nos pese a otras mujeres), cuál vedette de cuarta de Bailando por un sueño, cuenta literalmente de qué va su vida. Ojo, el blog de minita también tiene pretensiones y puede –o no – mechar algo de ficción, habitualmente de bajísima calidad literaria. Porque lo principal del blog de minita es que su autora es mala escritora: poco original, sin estilo y plagada de lugares comunes.
El blog de minita es la recreación del diario íntimo rosa con candadito y llave transformado en acto público. Nada hay más aburrido que el diario íntimo de una chica confundida, salvo el blog de minita (y la revista femenina).
Y sin embargo, funcionan. Algunos blog de minitas reciben visitas y comentarios de otras mujeres igual de tristes y frustradas, que se sienten identificadas con la protagonista cuál si se tratara de la novela de la tarde.
Muestra paradigmática del lugar que Simone de Beauvoir tan bien ha definido (la angustia de ser un género ideológicamente sometido) el blog de minita nivela para abajo la capacidad de abstracción y análisis. Esconde problemáticas reales bajo interpretaciones caprichosas y superficiales que no producen reflexión ni catarsis (una de las funciones primordiales del arte verdadero).
En Internet, no hay nada más trivial que el blog de minita (con excepción de los videos de gatitos de youtube). Incluso la pornografía cumple allí una función social indispensable. Es además otro síntoma de esta posmodernidad desigual, en la que abunda una bajísima capacidad intelectual en todos los estratos sociales, estupidizados por un sistema que incentiva y estimula la negación del sufrimiento y el dolor reales con falsas canalizaciones que no canalizan lo que deberían canalizar.
Señoras, señoritas: es hora de entender que no nos interesa su vida. Que no son escritoras por contar pavadas. Que algunas cosas se resuelven en el diván y que muchas no se resuelven nunca. Tengan amigos, confidentes, personas que las quieran, no se expongan a la risa y la pena que provocan sus tristes confesiones. Si quieren escribir, esfuércense por escribir cada vez mejor, pero por favor, evítennos a quienes tenemos sensibilidad sus berridos. Maduren, que hay mujeres que las necesitan lúcidas y no contando qué pasó el otro día, cuando su jefe las miró mal.
Se los decimos por el bien de todas.