martes, 6 de marzo de 2012

Matemos a los compañeros de oficina


De umbríos bosques donde cazaba y recolectaba, a verdes prados donde sembraba y cosechaba; de ruidosos talleres donde soldaba y ensamblaba, a oficinas mal ventiladas donde languidece hablando de Santiago Bal o Funes Mori: no cabe duda de que la historia de la especie humana es la historia de una decadencia, y sólo resta esperar su merecida extinción en no más de dos generaciones. Antes de ese final, y con la arrebatada valentía que da el anonimato, este blog decide hoy reparar una insólita omisión en su derrotero de justicia y denunciar ante los inexistentes dioses a uno de los mayores flagelos del mundo moderno: los compañeros de oficina.
A tal efecto, y mediante métodos que Facundo Pastor ni siquiera sospecha, este blog ha compilado el siguiente bestiario, ideal para el celular del caballero y la netbook de la dama. Quizá (¡quién sabe!) alguno de los lectores de este blog sea algún día un nuevo Pol Pot y pueda hacer justicia con toda esta gente, cuya solitaria habilidad parece ser arruinarle la vida a sus semejantes.
* El jefe que es incapaz de hacer trabajar a los empleados vagos o inútiles, y entonces sobrecarga de tareas a los empleados capaces.
* El jefe que no tiene vida fuera de su trabajo, y organiza insólitas e inservibles reuniones de capacitación o “integración” (!) en medio de un cierre de balance contrarreloj, o en horarios propios de serenos y personal de limpieza.
* El hijo del dueño, por lo general una extraordinaria cruza de vago con incapaz, alcahuete y acosador.
* El coleccionista de títulos de grado y posgrado que siempre termina pidiéndole una mano salvadora a un bachiller que cobra la mitad que él.
* El que siempre encuentra la manera de hacer mal algo, por más exótica que sea: la verdadera hipóstasis del Error.
* El que se cree que su trabajo es como Wikipedia y espera que se lo hagan entre todos.
* El que sabe que el jefe le asigna nuevas tareas al que tiene su escritorio limpio, y entonces se atrinchera detrás de una Línea Maginot de estudiado desorden a espiar el Facebook de la recepcionista… o leer este blog.
* El que se aviva de que si termina una tarea enseguida se la van a volver a asignar en el futuro, y entonces demora el triple de lo necesario.
* El que tiene por tarea iniciar los expedientes y trabaja a ritmo de carreta, total los que se tienen que apurar para cumplir con los plazos son los que trabajan dando la cara al público.
* El que remplaza a un compañero que está de vacaciones, y como sabe que si hace el trabajo mejor que el remplazado se lo van a asignar en forma permanente, lo hace lo peor que puede.
* El que obliga al resto a tolerar esos programas de radio malcogidos de la primera mañana que sólo hablan de accidentes de tránsito, casos policiales truculentos y catástrofes económicas inminentes, onda el “Hasta Cuándo” de Capusotto.
* El grabador de carne y hueso, cuyo concepto de expresar una opinión consiste en la repetición textual de opiniones ajenas, casi siempre extraídas de la TV o la radio.
* El chismoso que encima cuenta mal los chismes, y te hace alegrar porque te dice que se separó la rubia de tesorería, cuando en realidad el que se separó es el santiagueño de vigilancia.
* El que es amable sólo porque es débil, y cuando cuenta con un poco de poder, se vuelve feroz.
* El lacayo de los jefes al que los jefes relegan cada vez que hay que pensar en un ascenso o aumento. ¡Encima de alcahuete, boludo!
* El que opina que “el problema de este país es que los negros no quieren laburar”. No es extraño que sea morocho a la Evo Morales o morocha a la Mercedes Sosa.
* Los que toman de punto al más débil del grupo como válvula de escape del fastidio que sienten con los patrones. La historia de Alemania entre 1933 y 1945 hubiera sido muy diferente sin gente así.
* El que cree que el break para tomar café o mate es sinónimo de HappyHour de Pelotudeces, y encima parece ganar todas las discusiones en razón de ese peculiar sesgo cognitivo que es el Efecto_Dunning-Kruger: el que ignora con plenitud una cierta materia suele expresarse con mucha mayor seguridad que el que tiene al menos un conocimiento básico de la misma.
* El que vive en estado de guerra no declarada con la higiene y, para peor, se sienta en el escritorio de al lado.
* El patrón que exige traje y corbata y es incapaz de gastar la recaudación de una sola mañana en un aparato de aire acondicionado.
* El que organiza “el amigo invisible”. Vos quisieras masacrarlos a todos ¡y este boludo te viene a pedir que gastes 50 mangos en un regalo al forro de Sistemas! ¡En qué mundo vivimos, por favor!
En el final, una invitación y un recuerdo. La invitación: a los lectores, para sugerir aquellos tipos que se hayan escapado de este bestiario. El recuerdo: la frase “el trabajo libera” estaba en el cartel de entrada… a Auschwitz.

Matemos a Mardel Directo



A pedido del público, este post iba a ser un arponazo a todos los nuevos programas locales que surgieron gracias a la obligación de la ley de medios de incluir contenido local, pero como sólo tenemos una vida, por ahora nos centraremos en uno: Mardel Directo, que sale todas las mañanas de lunes a viernes por canal 8 de Mar del Plata (Telefé). 
Con una iluminación impecable, capaz de engañarnos y hacernos creer que estamos ante una producción respetable de TV abierta, ni bien escuchamos a la conductora se nos borran todas las ilusiones. Se trata de Belén Ludueña, quien se jacta de haber sido reina del mar y, además,  abogada -es decir, cualquier cosa menos periodista. El problema de esta Coty Nosiglia no es que tenga pocas luces -algo bastante habitual en la TV- sino que por algún motivo que desconocemos, la producción le permite autopromocionarse en las más bochornosas situaciones junto al otro mogólico estrella: el encargado de la sección deportiva, Braulio García Camarena. Aquí, el especial de San Valentín donde queda en evidencia todo su talento.
¿Ya vomitaron los ravioles del domingo? Sigamos entonces. Este personaje impresentable se muestra todo el tiempo desesperado por robar minutos de cámara en algo que pretende ser "fresco" y "distendido" pero que, sobre todas las cosas, es patético. Baila cuarteto, habla con la conductora de lo que hicieron el fin de semana y de otras  cuestiones personales que sólo ellos entienden;  luego se ríen juntos con la boca abierta como sapos, mostrando hasta las amígdalas y luciendo tan desagradables como una sátira mal hecha de un programa de cable que jamás debió haber salido al aire. Mostrarse eufóricamente felices no es contagioso, sépanlo.
Pero dicen que la culpa no es del chancho sino de quien le da de comer, y entonces mientras vemos el programa espantados nos preguntamos: ¿quién es el productor? ¿estará cachondo con ella? ¿estará cachondo con él? ¿cómo es que permite semejante papelón? 
El otro conductor del programa, Carlos Borrego, que parece avergonzado por estos dos compañeros que le han tocado en suerte, de vez en cuando se sale de las casillas y bardea a la conductora con alguna ironía, pero ésta ni se entera;  la producción, claro, tampoco, así que sigue enviando cámaras a exteriores para filmar durante horas a la pareja jugando al tenis, corriendo maratones y haciendo cualquier otra actividad que no interesa en absoluto al espectador y que luego se convierte en el leitmotiv de la semana. A esto sólo le hace sombra el otro bastón del programa: lo que le escriben a Belén en el Facebook, o los sorteos de camisetas, canastas o lo que venga. 
Un capítulo aparte merecen los chivos, que ocupan un lugar privilegiado en el programa (bueno, en todos los programas locales): arrancan tomando mate y haciendo de eso todo un tema de conversación. Luego vienen las alusiones a personajes que pagan para vender su producto -ya se trate de medicina prepaga, seguridad social, cursos de chino o surf para la tercera edad-, y por último el chivo de Toledo. Nosotros nos definimos como seres carnívoros, pero después de ver los pollitos que muestran viviendo en cajoneras minúsculas y a los cerdos comiendo algo desagradable que sale de una manguera, estamos a punto de apoyar la causa vegana. 
Como si con esto tuviéramos poco, en el móvil de exteriores tenemos a otra ex-reina del mar: Belén Lopez Osornio, a los gritos pelados con un agudito sólo comparable al Topo Gigio y candidata al récord Guinness por la cantidad de furcios por minuto. 
Por último, completan el cuadro un economista que cada día nos explica cuánto valen los tomates o la canasta escolar (¡como si no lo supiéramos!), uno que habla de tecnología para los cuatro que le entienden sobre temas que sólo vemos en películas de ciencia ficción o veremos dentro de 50 años -si es que todavía seguimos vivos-, un totémico Marcelo Gobello intentando hablar de espectáculos en menos de un minuto -antes de que lo corten para poner una vez más a la pareja estrella haciendo papelones- y el Cholo Cianotratando de trabajar para demostrar que no es como su hijo. 
Pero no queremos irnos sin homenajear a la inteligentísima y fantasmagórica producción de este programa, que siempre nos sabe sorprender con notas tan interesantes como ésta

¡Sigan así, muchachos, así tendremos sobre qué escribir!