Cansaron. Impusieron la moda, se instaló, se plagió, se propagó y ya nos tiene las bolas por el piso.
Crearon una mística de la fantochada que, a esta altura, se vuelve puro conformismo. Y sí, reírse de sí mismo lleva, indefectiblemente, a resguardarse en eso que hacemos mal o no sabemos hacer; a adjudicarse alguna característica chota o algún defecto físico evidente sin vergüenza, a asumir impunemente inoperancias de cualquier tipo; en fin, a jactarse de la propia mediocridad legitimándola con un “me hago cargo” y el humor como salida airosa.
Ya basta, muchachos. Reírse de sí mismo es la mayor impostura: es una especie de soy así, lo asumo y no sólo no voy a hacer nada sino que te lo vas a fumar bajo la forma de un chiste digno de Beto César.
Muerte súbita para:
- Los padres que se jactan de ser malísimos para ponerles límites a sus hijos (mientras éstos cagan a pelotazos a una persona de la tercera edad).
- Los profesores de Educación Física que se justifican para evitar cualquier tarea, bajo el pretexto de que son… profesores de Educación Física.
- Los que ironizan sobre su incapacidad para socializar porque son “producto de la época” o tienen intolerancia social por consumo medicamentoso.
- Los gordos desinhibidos a los que no les importa una mierda pasear sus panzas peludas (existe el XXL, hijo de puta).
- Los gestores culturales que se ríen de algunas de las actividades que organizan pero, al menos, “difunden cultura”.
- Los que se asumen incapaces de cocinar y en realidad ocultan su vagancia profunda, su disposición a ser perpetuos comensales o, simplemente, su machismo no declarado.
- Las minas/tipitos: se enorgullecen de vestirse así nomás, no usar tacos ni maquillaje, andar despeindadas y bardean la revista Cosmoplitan (pero en su fuero íntimo querrían tener gomas, ponerse electrodos para levantarse el culo y hacerse depilación definitiva).
- Los dibujantes pedorros que asumen que roban con sus pésimas caricaturas pero no importa porque hacen humor político.
- Los médicos que no mejoran un choto esa letra de mierda, porque están ocupados en “salvar vidas”.
- Los cínicos que no te dejan pasar una porque, en realidad, no pueden evitar su propia incapacidad afectiva.
- Las minas que te avisan que son insoportables en “esos días” cuando en realidad son inaguantables todos los días del mes.
- Los flacos que se reconocen inútiles para usar un taladro bajo el pretexto de que Menem eliminó las escuelas técnicas.
- Los que se caracterizan como antideportivos para ni siquiera esforzarse en dar una vuelta a la manzana.
- Las madres desfachatadas que usan un hilo dental como malla o exhiben una cicatriz peor que la de Nelson Castro, pero se cagan en todo porque tuvieron tres hijos y todos por cesárea.
- Los profesores de colegio secundario que, después de hacer chistes sobre la ignorancia de sus alumnos, no pueden responderte una puta pregunta de su disciplina en una cena esgrimiendo que estudiaron hace mucho y ahora se trabaja con un libro, al que por supuesto odian.
- Los periodistas que después de hablar o escribir sobre algún “problemita” en algún país de la loma del culo, reconocen que no saben ni dónde está ni cuántos continentes tiene el mundo.
- Los que se vanaglorian de tener poca memoria o la atención dispersa pero te lo avisan una vez que les explicaste cómo llegar a Villa Pehuenia o el modelo agroexportador.
- Los guardavidas que están para atrás (excedidos de peso y con las rodillas jodidas) pero aducen años de trayectoria mientras morfan churros y se ríen desde lejos del pelotudo que ya empezó a dar manotazos en el agua.
- Los “aves”: los avaros hijos de puta que siempre te cagan, se morfan todas las empanadas de carne, llevan una Goliat pero se toman todo el tinto que garpaste vos y cuando hay que pagar, o no tiene cambio o te hacen un chiste sobre su conocida mezquindad mientras te palmean la espalda.