De umbríos bosques donde cazaba y recolectaba, a verdes prados donde sembraba y cosechaba; de ruidosos talleres donde soldaba y ensamblaba, a oficinas mal ventiladas donde languidece hablando de Santiago Bal o Funes Mori: no cabe duda de que la historia de la especie humana es la historia de una decadencia, y sólo resta esperar su merecida extinción en no más de dos generaciones. Antes de ese final, y con la arrebatada valentía que da el anonimato, este blog decide hoy reparar una insólita omisión en su derrotero de justicia y denunciar ante los inexistentes dioses a uno de los mayores flagelos del mundo moderno: los compañeros de oficina.
A tal efecto, y mediante métodos que Facundo Pastor ni siquiera sospecha, este blog ha compilado el siguiente bestiario, ideal para el celular del caballero y la netbook de la dama. Quizá (¡quién sabe!) alguno de los lectores de este blog sea algún día un nuevo Pol Pot y pueda hacer justicia con toda esta gente, cuya solitaria habilidad parece ser arruinarle la vida a sus semejantes.
* El jefe que es incapaz de hacer trabajar a los empleados vagos o inútiles, y entonces sobrecarga de tareas a los empleados capaces.
* El jefe que no tiene vida fuera de su trabajo, y organiza insólitas e inservibles reuniones de capacitación o “integración” (!) en medio de un cierre de balance contrarreloj, o en horarios propios de serenos y personal de limpieza.
* El hijo del dueño, por lo general una extraordinaria cruza de vago con incapaz, alcahuete y acosador.
* El coleccionista de títulos de grado y posgrado que siempre termina pidiéndole una mano salvadora a un bachiller que cobra la mitad que él.
* El que siempre encuentra la manera de hacer mal algo, por más exótica que sea: la verdadera hipóstasis del Error.
* El que se cree que su trabajo es como Wikipedia y espera que se lo hagan entre todos.
* El que sabe que el jefe le asigna nuevas tareas al que tiene su escritorio limpio, y entonces se atrinchera detrás de una Línea Maginot de estudiado desorden a espiar el Facebook de la recepcionista… o leer este blog.
* El que se aviva de que si termina una tarea enseguida se la van a volver a asignar en el futuro, y entonces demora el triple de lo necesario.
* El que tiene por tarea iniciar los expedientes y trabaja a ritmo de carreta, total los que se tienen que apurar para cumplir con los plazos son los que trabajan dando la cara al público.
* El que remplaza a un compañero que está de vacaciones, y como sabe que si hace el trabajo mejor que el remplazado se lo van a asignar en forma permanente, lo hace lo peor que puede.
* El que obliga al resto a tolerar esos programas de radio malcogidos de la primera mañana que sólo hablan de accidentes de tránsito, casos policiales truculentos y catástrofes económicas inminentes, onda el “Hasta Cuándo” de Capusotto.
* El grabador de carne y hueso, cuyo concepto de expresar una opinión consiste en la repetición textual de opiniones ajenas, casi siempre extraídas de la TV o la radio.
* El chismoso que encima cuenta mal los chismes, y te hace alegrar porque te dice que se separó la rubia de tesorería, cuando en realidad el que se separó es el santiagueño de vigilancia.
* El que es amable sólo porque es débil, y cuando cuenta con un poco de poder, se vuelve feroz.
* El lacayo de los jefes al que los jefes relegan cada vez que hay que pensar en un ascenso o aumento. ¡Encima de alcahuete, boludo!
* El que opina que “el problema de este país es que los negros no quieren laburar”. No es extraño que sea morocho a la Evo Morales o morocha a la Mercedes Sosa.
* Los que toman de punto al más débil del grupo como válvula de escape del fastidio que sienten con los patrones. La historia de Alemania entre 1933 y 1945 hubiera sido muy diferente sin gente así.
* El que cree que el break para tomar café o mate es sinónimo de HappyHour de Pelotudeces, y encima parece ganar todas las discusiones en razón de ese peculiar sesgo cognitivo que es el Efecto_Dunning-Kruger: el que ignora con plenitud una cierta materia suele expresarse con mucha mayor seguridad que el que tiene al menos un conocimiento básico de la misma.
* El que vive en estado de guerra no declarada con la higiene y, para peor, se sienta en el escritorio de al lado.
* El patrón que exige traje y corbata y es incapaz de gastar la recaudación de una sola mañana en un aparato de aire acondicionado.
* El que organiza “el amigo invisible”. Vos quisieras masacrarlos a todos ¡y este boludo te viene a pedir que gastes 50 mangos en un regalo al forro de Sistemas! ¡En qué mundo vivimos, por favor!
En el final, una invitación y un recuerdo. La invitación: a los lectores, para sugerir aquellos tipos que se hayan escapado de este bestiario. El recuerdo: la frase “el trabajo libera” estaba en el cartel de entrada… a Auschwitz.