Mar del Plata es tan triste que ya ni te podés casar o morir con dignidad. Lo medio pelo y lo kitsh dan la nota y todo por culpa de Sacha, que no es un perro, amigos, sino un señor que la vio antes que todos.
No se entiende cómo, si es sabido que el promedio de los matrimonios no llega a durar un lustro, todavía puede construirse tal circo alrededor del hecho de casarse. Y menos se comprende cómo las minas logran convencer a los tipos para hacer algo que nadie en su sano juicio querría hacer. Y conste que esto pasa hace rato, no ahora que estamos pelotudos de escuchar las vuvuzelas y a Fernando Niembro.
Para empezar, cuando se toma esta decisión, a una mujer lo que menos le importa es con quién se casa sino quién será el diseñador del vestido, la florista, la maquilladora, dónde se hará la fiesta, quién preparará el catering, quién sacará las fotos, cómo serán la mesa de postres, los souvenirs y las tarjetas, quiénes serán los invitados y cómo los van a sentar… y un millón de cosas inútiles y carísimas que rodean el negocio del casamiento.
Con la hipocresía más absoluta, hay que prometerle amor eterno a un cura, invitar gente que te importa un carajo, aceptar regalos que se supone son útiles y hacer de cuenta que tu novia con vestido blanco es virgen y que todo esto es un hecho trascendente en tu vida.
Tu opinión en los preparativos relacionados con el casamiento es prescindible y molesta, en medio de ese mundo terriblemente afeminado, artificial, plagado de mal gusto y rosita. La verdad, muchachos, es que las minas se casan solas.
Pero nada de esto sería tan fatal sino hubiera toda una industria que con carteles super luminosos de neón atrapara a las minas como moscas ofreciéndoles todo lo necesario para cumplir el sueño de su “boda” (¿qué es? ¿una serie yankee a lo Dinastía?); y nos develara con terrible lucidez un largo año de padecimientos. Porque no tiene nada de malo que la gente se quiera (qué tiernos) pero lo choto es que te pongan un traje ridículo (frac?, moñito? Florcitas?), un poco de reggeton, esperen hasta que estés en pedo para sacarte fotos que irán facebook y que, encima, otros hagan guita con eso.
Y si quien hace plata con la industria del casamiento fuera Merceditas Álzaga Anchorena, wedding planner matriculada, bueno… pero un traidor a su género como Sacha, es intolerable. El tipo ni siquiera es puto, decorador o cultivador de orquídeas, sino un estudioso de Economía que ya calculó cómo sacarte hasta el último centavo. Si te descuidás, maneja un ejército de abogados para gestionar el inevitable divorcio, que comenzará con una querella porque vos, que cediste en todo, te resististe a pagar el plus de los masajes en la noche de bodas (ésa será la semilla de la discordia)
Todo empezó con nuestro protagonista regalando revistitas (el primero te lo regalan, el segundo te lo venden) en la cola del Registro Civil. Allí, como un buen samaritano, te explicaba todos los trámites, los servicios que precisabas y la antelación conque debías contratarlos. Claro que para sostener esta humilde publicación, aparecían algunas publicidades que empezaban a darle ideas a tu novia. Te enterabas que el chamuyo de usar las alianzas de tus abuelos no iba a funcionar e ibas a tener que adquirir unas muy modernas de la joyería promocionada por Sacha.
Y como estamos en una ciudad pujante donde sobra dinero y ganas de cagar más alto de lo que se puede (¿de dónde sale esa frase? A ver si empezamos a escribir complicado como nuestros comentaristas, ¡mierda!), nuestro paladín del enlace matrimonial ya tiene un emporio que actualmente incluye una revista con producciones fotográficas con modelos (volveremos sobre este punto), un programa de TV, páginas web y una exposición anual de varios días en hotel 5 estrellas.
Este último evento es una muestra cabal de lo que denunciamos (sí!, en “matemos a las ballenas investiga” denunciamos y en cualquier momento subimos cámaras ocultas y testimonios con gente de espaldas y voz distorsionada): basta ver a la novia histérica recorriendo emocionada pero al mismo tiempo atenta para primerear a la narigona a la que le gusta el mismo vestido y el mismo canapé de choclo envuelto en cantimpalo para la entrada; y 50 metros más atrás, al novio que intenta hacerse el superado caminando solo y triste pero mandando mensajitos a los amigos que lo acompañan en el sentimiento, y que lo convencen de que siga adelante sólo para enfiestarse con permiso en la despedida de soltero (eso sí, que no te la organice Sacha, porque es capaz de decorar todo con los Prime inflados colgando del techo y atados con moñitos plateados)
Un paneo general al salón de la “expo” (ya se vendrá el post sobre los que hablan “cortito”) ofrece un panorama desgarrador, peor que el último partido de Gallardo: vestidos grasas que usarían en la mejor fiesta de los Ingalls, tortas espantosamente coloridas, souvenirs transparentes con tubitos de ensayo y brillitos, todas las formas posibles de decoupage y tarjetitas rosa “viejo” (¿¿en serio esperás que invite al arquero de Aldosivi y al depredador de chichis con estas pedorradas de cartón y cinta “bebé”??), animadores que hacen demostraciones de canto, chistes y todas las pelotudeces que te esperan en tu fiestita, mesas atiborradas de platos, servilletitas, cubiertos, moñitos, copas varias, más moñitos y un mantel que de tan largo parece que también se quiere ir a la mierda.
Y promotoras, infaltablemente gatunas e infartantes, que con voces melosas te prometen la ruina económica, pero por lo menos en la cercanía de sus tetas.
Y entonces, ahí entendemos a Sacha, que ha montado todo esto sólo para estar cerca de las modelos, pispear los cambios de ropa en los desfiles, intervenir en las sesiones fotográficas y seleccionar y mandonear a todas las jóvenes con piernas largas y tacos que te llenan de volantitos.
Hay que reconocer que la cara alegre y bonachona de nuestro amigo es envidiable, aunque haya construido su felicidad bailoteando alocado, siguiendo la coreografía del infierno (es que somos de letras), sobre miles de cuerpos inertes y borrachos de novios con trajes alquilados.
(Spampinato, esto no va para vos, en serio, pero si querés opinar sobre… los souvenirs, ponele, y bueno…)