lunes, 8 de diciembre de 2008

Matemos al espíritu navideño


Villancicos, arbolitos, papá noel gigantes, ¡nieve!... toda la parafernalia navideña comienza en el día de la virgen y se propaga por varios días. Después empiezan las películas en la TV con familias (de esas que nadie conoce) que se reúnen para Navidad y toda la onda lacrimógena naif.
A las decoraciones, que ya empezaron en noviembre, de vidrieras y entradas de edificios (¡hasta los encargados amargos –dignos de un post- cuelgan pelotitas rojas y guirnaldas verdes, o como sea que se llamen!)
Con tanta pelotudez, la gente se suma acríticamente a la tendencia y comienza a mostrar un delirante espíritu navideño: -¡Pase usted! / -¡ no, después de usted!... Hasta se levantan para dejar sentar a una vieja, ceden un turno en la verdulería o cruzan a un cieguito. Se besan en las veredas, justo cuando salen o entran de los comercios a gastar los aguinaldos comprando chucherías en Alparamis o en esas tiendas de baratijas. En navidad todos hacen esfuerzos por mostrarse como buenas personas, altruistas y fanáticos de sus familias. ¿Acaso el angelito de la Anunciación le dijo al oído a María que saliera de Shopping?
Claro que al poco tiempo ese espíritu languidece y puteamos al que intenta colarse en el supermercado o al que nos sacó el lugar para estacionar; como no podemos soportar a nuestro sobrino en el almuerzo dominguero, le ponemos un jueguito hiper violento a tres milímetros de la nariz para que no joda; pensamos en cómo cagar a nuestros compañeros de oficina para hacerlos trabajar en los peores días y horarios en las fiestas venideras; mentimos con una excusa de cuarta para zafar de las reuniones de fin de año, o para no pasar a saludar a una tía con esclerosis…
Ni hablar de la inmediata previa de la noche buena, en la que nos lanzamos en palomita sobre el último pollo, somos capaces de corrompernos por un kilo de flautitas y nos peleamos con todos los familiares por los regalos, el lugar a dónde ir a comer y el vino malo que trae tu hermano.

Si el hipócrita espíritu navideño no va a sobrevivir ni siquiera hasta el 24, mostremos la carroña humana que somos desde ahora: compremos los regalos en sitios hiper pedorros o aprovechando las ofertas de la temporada anterior, abusemos de los que aún quieren ser buenitos estos días para obtener prerrogativas laborales e incluso, sexuales.
Seamos sinceros, si vamos a ser unos gusanos con nuestras madres y novias todos los días, no le aflojemos en este trance, no sea cosa que, idiotizados por los villancicos, incurramos en claudicaciones irreversibles.

Matemos a los que ponen carteles amargos

Es la una y media de la mañana y voy (urgentemente) al kiosco a comprar forros. Mientras espero veo un cartel:

"No se cargan tarjetas de colectivo"

Bue, pienso que estamos en una avenida por donde pasan muchos bondis y es natural que pongan el cartel para no hacerle perder tiempo a la gente. Pero cuando un poquito más a la derecha leo:

"No se cargan tarjetas de celulares"

Me quedo reflexionando en que si están cansados de que les preguntes 100 veces por día estas cosas, les convendría reformular su negocio y cargar las tarjetas de colectivo y de celulares. Pero noto que es todo un estilo, porque más abajo, en el vidrio (es de esos lugares que te atienden por una ventanita porque te ven cara de malviviente):

"Por favor, abone con cambio"

Digo... las pelotas. Si tengo cambio abono con cambio. Si no, saco un billete grande y no me dejo amedrentar por un puto cartelito. Claro que la índole del negocio queda totalmente en claro cuando veo en el otro rincón:

"No cargamos termos para mate"

Ya ahí estoy caliente ¿Qué les pasa? ¿No pueden verbalizar sus negativas? ¿Tanto tiempo van a perder diciéndote que no cargan tarjetas ni tienen agua caliente? ¿Piensan que por poner un cartelito con fibrón le otorgan a su capricho caracter de ley?

Como ya estoy chinchudo pienso que cada vez proliferan más carteles por el estilo: no se realizan cambios los días de luna llena; verifique su vuelto antes de retirarse del local, luego no se aceptan reclamos; los artículos de oferta no tienen cambio, jódase; no se aceptan tarjetas de crédito o débito; la casa se reserva el derecho de admisión o permanencia; los baños son de uso exclusivo de los clientes; no contamos con baños para discapacitados; consumisión mínima $10 (para ver en un bar partidos de campeonato); el ascensor es de uso exclusivo de embarazadas y mayores; no se sirven desayunos después de las 12 hs; forme fila y espere a ser llamado; apague su celular; caja rápida: 15 productos; no se aceptan tarjetas de débito por operaciones inferiores a $30; prohibido ingresar con animales.
Dentro de poco van a poner carteles que digan:
"su pregunta sí molesta"
"nos chupa un huevo la satisfacción del cliente
"me cago en vos y andáte a la puta madre que te parió"

Pensando estas cosas me malhumoro tanto que ya no quiero comprar nada en este lugar en el que antes de hablarte ya te están negando cosas, ¿qué me van a decir ahora? ¿qué no me dan los forros porque soy demasiado feo para cojer? ¿Qué me dan unos con tachas porque tengo cara de sado?
Igual... ya se me fueron las ganas.

martes, 2 de diciembre de 2008

Matemos a los enólogos

¿Es posible saber todo? ¿Es posible conocer todos los secretos del universo? No. Estábamos tranquilos con esto de no saber nada hasta que llegaron ellos; no saben todo pero sí, desde su punto de vista, lo más importante.
¿Es posible saber todo lo que contiene un sorbo de vino? Sí, parece que sí.
De un tiempo a esta parte existe un grupo de gente que analiza lo que sucede desde la viña a su mesa, desde la botella al paladar. Se interesan con fervor en reproducir constantemente las categorías de análisis del vino y las formas correctas de beberlo. Y no sólo eso: algunos incluso representan a alguna empresa que los manda de acá para allá para armar "eventos etílicos" y degustaciones.
Si ustedes eran de los que tomaban un trago de vino para bajar un pedazo de milanesa y evitar una muerte indigna, sepan que estaban equivocados. Los enólogos, o cualquier fanático del vino (pero quién no lo es) que sabe dos o tres boludeces recién aprendidas, nos enseñan que el vino se tiene que ver, primero; oler, después y tomar sólo luego de esas etapas (y a esa altura la milanesa hizo lo que tenía que hacer: muerte por asfixia).
Estos tipos toman un trago de vino y mientras tararean mentalmente "Tengo un mundo de sensaciones…", los ojos les brillan pensando en la cantidad de datos que ese sorbito de vino puede darles.
Claro que no es cuestión de tragar en seguida, el conocimiento requiere un doloroso esfuerzo: hay que mantener el trago en la boca, mandarlo al fondo, traerlo adelante, pasarlo de un lado a otro inflando las mandíbulas… no es pavada catar un vino y no poner cara de pelotudo.
Lo más ridículo del enólogo (bueno, tal vez algo de su vestimenta también), y de los que pretenden serlo, es ese discurso (todo remite a los discursos, se habrán dado cuenta), propio, digámoslo de una vez, de un borracho en pleno delirio. Moviendo la copa en círculos (horas de práctica) o con una mirada perdida luego de tomar un trago, podemos escuchar sus veredictos: "En boca es árido como estepa mesopotámica después de un rally" o "Este vino tiene matices de lluvia de verano platense cayendo en un laurel recién podado" o "su cuerpo es como el sedimento de la Laguna de los Padres luego de un fin de semana largo lleno de turistas", o cosas así.
Al único que podemos defender es a aquel que, en tren de chamullo para levantarse una mina, empieza a hablar de contornos de vainillas, aromas de especias o presencia de frutos rojos: el tipo caló un par de “tips” y los usa para impresionar. Pero la más de las veces, los enólogos, y quienes se juzgan entendidos en la materia, quieren hacernos creer que pueden distinguir a ojos cerrados si un vino está añejado en barricas de roble o no; y que demoran 3.1 segundos en determinar el varietal de un vino. Con el objeto de demostrar que se trata de una fantochada, proponemos secuestrar en la próxima expo de El vino y el mar a una docena de expertitos para obligarlos con ojos vendados a reconocer varietal y cosecha. Si se equivocan, sufrirán el peor de los castigos: cada error será penalizado por un trago de vino "uvita" directo del tetra.
Matemos a lo enólogos porque son cursis, fanáticos y defensores de un "buen beber" que no nos permite manchar el mantel ni ponerle soda o Fanta al vino… y porque son títeres funcionales de las bodegas que, con este invento marketinero, nos quieren cobrar un fangote por una botella.

jueves, 27 de noviembre de 2008

Matemos a los blogueros

Los muy pelotudos se creen escritores por subir huevadas a la red todos los días. Es claro que la existencia de los blogs parece democratizar el oficio del escritor. Ahora publica cualquiera, y encima, como el único canon actual para saber quién es quién en el mundo es lo que dicen google o wikipedia, entonces rápidamente el blog los lleva a un estrellato ilusorio en la red.

Si siempre pretendió ser fotógrafo, sube sus fotitos; si tenía veleidades de poeta, sus versitos; si pretendía ser periodista, sus opiniones tontas sobre la realidad. Si siempre soñó con trabajar en la revista Barcelona, crea un blog de supuesto humor irónico. Encima, la publicación de un par de libros sobre blogs: Buena leche (diarios de una joven no tan formal) y Bestiaria, le crean la ilusión de que tecleando todos los días en blogger va a acceder a un poco de celebridad.

Se preocupa por el diseño y a las plantillas grasas que le ofrece blogger o wordpress o lo que sea, le agrega relojitos, etiquetas y cuadritos con encuestas o datos del clima; lo desvela la forma de incorporar fotos, videos o música de fondo; cambia los colores y le consulta a los visitantes qué les parece.

No obstante, una de las peores cosas del blogguero es que cree ejercer una autoridad y un poder desde su pedestal virtual (che, nosotros lo tenemos de verdad: compramos unas columnitas como las de las joyerías marplatenses y desde ahí le damos a las teclas) . Enseguida le sale el enano fachista, y le encanta retar a los comentaristas o eliminar los comentarios que no le parecen inteligentes (o que lo putean o contradicen); de repente se da el lujo de no permitir comentarios en una entrada (lo que dice es innegable o inmejorable como para ameritar comentarios). Y todo como si los únicos visitantes de su página no fueran, en definitiva, familiares y amigos, que le hacen el juego para no tener que soportar la eterna queja del escritorzuelo frustrado, o para tener, finalmente, algún tema de conversación.

Le parecen tan importantes visitas y comentarios, que pasa totalmente por alto que más de la mitad de los visitantes llegan por error ya que el nombre induce a equívocos y no permanecen más de un minuto. La trascendencia queda garantizada, aunque esté cimentada en la inquina o la burla. Igual de boludo que el que tiene un facebook con 347 amigos que no conoce, el blogguero se cree muy piola porque al ponerle un nombre pornográfico a su espacio logra que algún pajero de la red lo encuentre.

Celebrando las mil inútiles visitas a este ridículo espacio, Matemos a las ballenas les agradece la participación (para los que escribieron en los comentarios y piden la publicación: dénse por publicados, ya usaron el espacio y serán leídos), las recomendaciones y las amenazas. Los invitamos a seguir defenestrándose como lo hacen en los comentarios, mientras se engañan pensando que los malos somos nosotros.

martes, 25 de noviembre de 2008

Matemos al zurdito setentoso

Tiene todos los tips de la izquierda de los '70: no le falta ni el morral, ni el pulover andino, ni las topper, ni la barba ni un poquito de mugre en el pelo. Aunque usted no lo crea, está afiliado al Partido Comunista, y estudia hace diez años Bibliotecología o algo parecido. En la "facu" encabeza el CIETLOS (ya ni él se acuerda que significa la sigla de la agrupación de la que es único integrante, pero seguro que tiene que ver con que son comunistas, independientes y tarados). Allí intenta melonear a los chicos de 18, tiernitos, recién salidos del colegio, que lo miran con cara de "¿de donde salió este pelotudo?"
Hay teorías encontradas. Algunos suponen que es extraterrestre; otros, que es un viajero en el tiempo y trasplantadito de los '70 vino a hablarnos de la revolución, la militancia, la aceleración de las contradicciones, de Lenin, de América Libre y de la puta que nos parió. Uno lo mira incrédulo, pero es un sujeto digno de estudio ya que tiene un cerebro retro, inmune a la realidad, a la posmodernidad y a la play station.
Lo más cansador es ver sus actuaciones en las clases. Siempre educadito pero con aire sobrador, interrumpe la disertación del profesor para acotar que tal punto de vista es burgués, pequeñoburgués, proimperialista o vendepatria. A esta altura, ya nadie quiere defenderse de las imputaciones. Y el profesor busca un atajo para arreglar amigablemente la cuestión sin que salga a relucir lo que dijo Lenin, Marx o la tercera internacional.
En abril, las intervenciones del zurdito son saludadas como una bocanada de aire fresco, un mensaje en pos de la diversidad, y quién sabe que más. En noviembre ya todos quieren que el zurdito se calle, deje de someter todo a su análisis binario basado en un mundo poblado de buenos y malos, revolucionarios y antirevolucionarios, y permita que la profesora tire una punta sobre lo que va a tomar en el parcial.
Para librarse de él los chicos de esta último año han ideado mandarlo a una villa para que les explique a los proletarios que no deberían aspirar a comprarse zapatillas Nike, ya que están confeccionadas con trabajo cuasi esclavo en el Sudeste asiático. Y que de paso les comente que sólo los negros ignorantes votan al peronismo. Claro que la idea se la robaron a Irma Yusid, y esperan ansiosos el retorno del zurdito predicador al que, con un poco de suerte, se le habrán ido con el julepe las ideas retro del marulo.

lunes, 24 de noviembre de 2008

Matemos al empleado de Informes


Cualquier idiota sabe que atender en la mesa de entradas o en el mostrador de informes es un trabajo absolutamente inútil, y que si se está ahí (pese a la alegría del empleado, que supone un trabajo más Light) es porque los compañeros se lo quieren sacar de encima. Lo sabemos todos, menos los de Informes.
Y cualquier idiota sabe que cuando obligadamente o en forma voluntaria nos acercamos a una de estas zonas es para perder el tiempo, y la paciencia.
Matemos a los que atienden en Informes porque se ponen la camiseta de la empresa o institución (también lo hacen los que atienden en los call centers) y piensan que son imprescindibles cuando, en realidad, están en las antípodas del jefe o del director de turno (ponemos alguna palabra difícil para que no piensen que los que hacemos este blog somos de la Rock and Pop o trabajamos en algún medio periodístico local). Ser un empleado de Informes es el lugar del castigo: es el escalafón más bajo de la burocrática atención al público. No les tengan pena, si están ahí:
a) se lo ganaron
b) no renuncian porque les gusta
Todo aquel que haya hecho trámites a lo largo de su vida (alcanza, igual, sólo con uno) sabe que en el sector Informes nunca, pero nunca, van a poder solucionarnos un problema: todo se deriva, se consulta o se niega, mientras somos tratados como estúpidos por que no sabemos nada y necesitamos su ayuda. O, caso contrario, nos hacen saber a la brevedad que la consulta era una reverenda pelotudez, elevando ese tono de voz monocorde sólo para que todos se den cuenta de nuestro error.
La gente de informes nunca informa: somos nosotros los que, en cuanto nos acercamos, y luego de anunciar rápidamente para qué estamos, debemos dar información: nombre, apellido, DNI y hasta nro. de cuenta, incluso si esa es la información que queremos solicitar. Con dedos rápidos y nerviosos, que intentan justificar su habilidad en el puesto, confirman nuestra información en la computadora y entonces sí se disponen a escucharnos, con cara de “no sabés lo poco que me importa lo que tenés para decir pero te voy a escuchar igual porque quiero ser empleado del mes". Las cajas o los escritorios pueden estar vacíos pero debemos, sí o sí, pasar por las garras de la gente de Informes para que nos indiquen, dando cátedra, qué es lo que tenemos que hacer.
Y todo esto, si tenemos suerte: puede pasar que por alguna incomprensible razón, este empleado deba levantarse, supuestamente a buscar algún dato; en ese caso, estamos muertos: no sólo no vuelve rápido sino que nos deja ahí parados bajo la mirada en la nuca de todos los que esperan detrás nuestro. Es la venganza del empleado de Informes: “tomá pelotudo, a ver si tus compañeritos de fila te pueden ayudar..."

viernes, 21 de noviembre de 2008

Matemos a la aristocracia local

Para ser un cheto en "Biei" hay que cumplir una serie de requisitos. Tu apellido tiene que estar en el árbol genealógico de las familias patricias argentinas. Esas que eran propietarias de media provincia de San Juan o tres cuartas partes de Salta. Gente que en los primeros años en Buenos Aires tuvo esclavos, luego criados y siempre una muy extensa servidumbre. Tipos que se compraban hasta el cepillo de dientes en París y que no recuerdan que alguien, en la familia, haya trabajado alguna vez. Tengan mucha guita o se la hayan fumado toda jugando a los pingos, se les nota la clase y el acento cheto desde tres cuadras. Ellos son "la gente bien". Pueden decir (y de hecho así dividen al mundo) que son gente bien... bien garca, bien careta o alguno más leído que toda su tierra es mal habida gracias a la Ley de Enfiteusis. Como sea, si uno busca el prototipo del aristócrata argentino, es ése.

No obstante, nuestra ciudad tiene su propia aristocracia, para nada emparentada con aquella. El chetaje marplatense desciende directamente de tenderos gallegos. Tienen la prosapia del almacén de ramos generales, de la mueblería o de la juguetería. Imitan, claro está, algunos tips de sus pares porteños, pero en una versión tan pobre que da vergüenza. No son los bisnietos de un general de la Independencia, sino de un gallego que tenía corralón y ferretería, pero que se enriqueció vendiendo Durax. La descendencia en lugar de ir a la ópera al Colón, apoya al coro de la iglesia Pompeya. Y la matrona de la familia no estará en las Damas de Beneficencia, pero organiza la rifa del Materno. Imaginen que su mayor trascendencia en los últimos años se logró ¡cuando una representante de la última generación fue a un reality!

Qué quieren que les diga, cuando una mina cheta marplatense me esnobea (osa no darme pelota aunque sea fea como manolito) me dan ganas de reír: una cheta en serio la discriminaría más a ella que a mí que soy un italianito seco, pero al menos no me las doy de nada.

jueves, 20 de noviembre de 2008

Matemos al ratón producido

Ya está, lo logró. Se compró las botas de Ricky Sarkani (en la liquidación de la segunda selección en Juan B. Justo) y el jean de Jazmín Chebar (se lo revendió una adicta a las compras que se deshace de lo que compró y ni siquiera le cabía, de esa manera se hace de efectivo para continuar su vicio), también tiene la remerita de Paula que consiguió en una segunda selección en Buenos Aires (ojo, ya no se dice más Baires, ahora se dice Biei) que tiene un agujerito, pero una modista le hizo un arreglo invisible y no se ve "ni ahí". También tiene la cartera bandolera de Prüne, comprada en liquidación aunque igual estaba carísima, señada con la plata que le prestó la vieja y después tarjeteada en 12 cuotas.

Y hoy, para completar sus logros, se vino a comer a esa parrilla paqueta a la que siempre le había tenido ganas, ya que ella está tan guapa como el lugar. Total, con la excusa de que está a dieta, se piden con su amiga una ensalada a medias y agua mineral. El mozo las mira muy mal cuando piden la tercera panera, pero qué le importa... por fin está rodeada de la gente que le conviene. Como ese rubio pintón que está con sus amigos en la mesa de más allá y no lleva alianza: ahí saca el celular porque lo están llamando, así que para la oreja a ver si se entera algo. ¡Uf! ¡Qué desilusión!: la ex le reclama que no pagó la cuota del colegio de los hijos. Concentrándose en otro rincón también hay grupito interesante... se les acerca el mozo con cara de circunstancias... la tarjeta que le dieron vino rechazada. Y varias mesas para allá, un tipo discute con otro que lo acusa de haberse patinado los $200 que le prestó para ayudar a su viejo.

El ratón producido se retira desilusionado... tanto esfuerzo al pedo. En ese restaurante eran todos tan farsantes como ella. Son las once y media y todavía tiene que caminar hasta la terminal para tomarse el bondi...

martes, 18 de noviembre de 2008

Matemos a los propietarios con foto en marquesina

Esperamos que este post no sea un punto de referencia, no ya para la cultura local (que está participando activamente de los comentarios) sino para los ecologistas empedernidos. Es que el tema que nos convoca hoy puede ser perfectamente encuadrado en lo que últimamente se está denominando "contaminación visual" (esto para que vean que somos gente muy inteligente y actualizada). No es que queramos aportar información acerca de esta problemática ambiental que, de hecho, ya tiene numerosos detractores y es tema de conversación posta entre los ambientalistas, mientras toman café en vasitos reciclables y con fibrón verde arman la agenda para salvar al mundo. No. Lo que queremos, simplemente, es hablar de las marquesinas de los locales que no sólo colocan el nombre y el rubro, sino también, una foto de sus dueños.
Matemos a los propietarios con foto en marquesina porque son el mejor ejemplo de egocentrismo y falta de buen gusto. Porque es absolutamente irrelevante que al lado de "Farmacia" aparezca la foto de un señor con delantal blanco y sonrisa kolynos: ¿garantiza eso buena atención, venta de remedios sin receta, inyecciones sin que duela, nebulizaciones gratis? ¿Quiere que entremos a saludarlo y lo felicitemos?
¿Qué nos espera en un bazar si desde su cartel nos mira la dueña del lugar, una rubia arreglada al estilo catálogo de Avon? ¿Por qué, desde su marquesina, la dueña de un local de bijouterie se tapa la cara con las manos a modo de antifaz de carnaval veneciano (pero festejado por las asociaciones italianas en MdP, en Av. Luro y 180, un domingo nublado)?
Una famosa verdulería (justamente por sus carteles), actualizaba constantemente la foto que acompaña al cartel: primero, el bebé recién nacido; después, éste mismo ya crecidito con nuevo hermano (y ya se le nota en la expresión que le está hinchando las pelotas todo: el padre insistente, el hermanito, los dedos que lo señalan en la escuela); pronto tendremos a los dos juntos, ya grandes, en fotos de plano medio, y más tarde irán llegando sus novias, el perro, etc. Un cartel que nos impone la felicidad familiar ¿nos hace comprar más bananas?
Matemos a los propietarios de negocios con marquesinas autorreferenciales porque, a pesar de que pueden ser graciosas y llamar la atención, espantan a los clientes como los ajos a Drácula (o a cualquiera que se acerque a alguien que comió con mucho ajo, claro).

lunes, 17 de noviembre de 2008

Matemos a Dickens (Pub)

Yendo por la diagonal, bajo la sombra y el aroma de los tilos, encontramos a Dickens Pub. Las mesas y sillas son clásicas, la música suve; con el café: amaretis y con la birra: maní. En una esquina, el blanco de los dardos: ¿nos los pueden dar para que los arrojemos sobre los músicos que nos aburren?

Porque está muy bien que no todos los bares tengan mucha luz, estética chill out y bandas de covers. Pero la gente de Dickens de tan conservadora se va al carajo. Sinceramente: ¿cuántas veces podemos escuchar a los virtuosos pero mortalmente aburridos músicos del jazz local un viernes a la noche? Puede ir una pareja que está conociéndose, ambos son biólogos de más de treinta que pueden suplir la ausencia de diálogo con la guitarra de Armani; también el clásico profesor gay que aprovecha la oportunidad de darle a conocer al efebo a Fats Fernández para intentar seducirlo (piensa que no se va a dejar, pero una ayudantía no se consigue tan fácil); en otra mesa está sentado Aletto soñando con la lectura pública de su cuento en el ágora, su desagravio, redención y castigo a sus detractores (perdón, pero teníamos que mencionar al escritor candente. Nota para Mcyanover / ¿Virginia Ceratto?: no vale la pena mandarle un mail con esto a nadie) también están los clásicos alumnos de los músicos, que persistirán en sus clases mientras les des la guita y la paciencia (dormirse sobre la mesa no les sumará puntos).

Son muy lindos los lugares típicos, pero yendo por la vía de la ausencia de renovación... dentro de poco van a parecerse al Orion de Ferio Spinoza.

jueves, 13 de noviembre de 2008

Matemos al programador radial

Hay formatos memorables y otros para el olvido. Pese al audio book y al libro virtual, el libro común con sus hojitas de papel es entrañable y pervive. El disco de vinilo siempre puede ser materia para un coleccionista, aunque haya un formato nuevo para escuchar música año tras año. No obstante: ¿quién colecciona cassettes? Nadie, es un gusto loser. Un formato intermedio que no es ni retro palermo ni actual.

Algo así pasa con la radio. El diario, pese a su formato digital que lo agiorna y modifica, continúa en mesas de café y las oficinas. Cómo editorializa La Nación sigue siendo un barómetro válido (para comprender cómo va a actuar una parte del país). Y la tele... ¡qué decir!, lo arrasa todo a su paso. Es más real que la realidad. Ahora bien, la radio -como el cassette- queda a medio camino. Un formato para viejos que desaparecerá con estos dinosaurios. Y si bien hay algunas excepciones: los tacheros, algunos negocios que escuchan un par de radios que generalmente retransmiten programas arquetípicos de Baires, la radio es un reducto extraño, con joyas bizarras en cuevas húmedas, y con alcance más que cuestionable.
No obstante, el programador radial local se siente un hombre poderoso. Porque movió el programa del señor x de su tradicional horario de 9 a 1, de 7 a 9. ¡Guau! es todo un Stalin.
Las internas radiales son feroces: quién compra esta radio en quiebra o qué radio se queda con esa vieja gloria olvidada del dial, se tornan temas dignos de ser resueltos por Suar o Tinelli. Hay odios feroces hacia el programador que bajó el pulgar a un programa porque bajó de 5 oyentes a 2, inquinas intestinas por quién se queda con el canje del restaurante chino, peleas increíbles por la autoría intelectual de un programa al que llevan viejas glorias de Aldosivi.

El tipo que tiene su programa en la radio es un jubilado que quiere pasar su tiempo de ocio pasando sus joyas del tango, una estrella en decadencia parecida al señor Burns que espera que un golpe de suerte haga arder el teléfono, se suman un operador sordo, un diagramador de noticias que corta y pega lo que viene de La Capital... y la existencia de todos depende del maquiavélico programador. La salida del aire del malísimo Marcelo Díaz de Brisas no significa el fin de los villanos. Supo tener sus emuladores, y allí lo pueden ver, humillando a viejitos para encumbrar a su nueva novia y su programa de elaboración de pan integral. ¡Tristísimo!

Matemos a Sergio Mileo


Por primera vez, en este caso, nos sentimos un poco, sólo un poco, hijos de puta. Es que Sergio Mileo tiene cara de buen tipo, y hace tanto por el arte en esta ciudad, la música y los tamborcitos, que uno se siente como el culo si lo quiere matar. Después de varias discusiones que ocasionaron bajas dentro del grupo (es evidente que no tenemos problema en andar matando gente, como verán), decidimos pasar por las lanzas a esta eminencia del bongó.

Matemos a Sergio Mileo porque con el Festival de Percusión ha canonizado, para decirlo de algún modo, un conjunto de instrumentos que, se supone, hacen sonidos musicales. Nos cuestionamos severamente: ¿esto es así? ¿Puede un señor con sus manos golpeando aceleradamente y, casi al mismo tiempo, varias superficies, producir armonías? ¿Puede un señor con movimientos convulsivos y cara de éxtasis de ceremonia umbanda tocar una melodía? No, no puede, muchachos. No lo intenten en sus casas ni en un grupo de rock, jazz o “música instrumental urbana”.
En las presentaciones grupales, le tiran un solo y arremete durante largos minutos dale que te dale… los integrantes del grupo empiezan a mirarlo y a mirarse y no pueden retomar el tema que están ejecutando… y, para colmo de males, después ¡tenemos que aplaudir! El guitarrista piensa: “años rompiéndome el culo, horas y horas practicando ´Smoke on the water´ para que venga este gil con un montón de cacharros y chanchas y chapitas de cerveza embolsadas”; el tecladista arriesga: “yo me meto y lo corto...”, el baterista putea: “¿por qué siempre estoy atrás?”, "pensarán que soy como estoy éste?" y el bajista se pregunta: “¿nos pagarán la comida en esta ciudad?”

Pero volviendo al tema: nos iluminamos tarde y el negro Mileo ya puso escuela, arma festivales y toca en todos lados. Les avisamos ahora, pero ténganlo en cuenta si no saben qué hacer con su vida y quieren emprender nuevos caminos. Un “palo de lluvia” implica poner tal cara de pelotudo que no creemos que valga la pena, salvo para los espectadores; chupar una caracola gigante da más risa que otra cosa y sacudir una bolsita con semillas, o algo parecido, no conmueve en absoluto (salvo a algún integrante de la sociedad rural porque le trae reminiscencias de sus ganancias).

Mileo es tan buen tipo y quiere diseminar por el mundo sus conocimientos: busca sponsors, acepta entrevistas de promoción en exteriores con día de mierda en mardel de fondo para salir en el noticiero (¡que tristeza por dios!), invita bateristas, gente que pega patadas en el piso, “músicos” influidos por los ritmos afroamericanos, brasileros y marcianos, señoras con túnicas que se contonean ridículamente con cada estridencia (¡sí! Fuimos a ver uno de estos festivales…) y arma la fiesta de la percusión en Mar del Plata, con locutor super formal que hasta hace chistes malos mientras se prepara el siguiente número. Y hasta incluye un auto - reportaje en vivo con el mencionado locutor, con preguntas preparadas (cuestionario tipo Susana Giménez), en las que despliega toda la evolución de su experimento: ¡gracias por todo Frankenstein!

martes, 11 de noviembre de 2008

Matemos a la conductora de Beauty TV

Es como una versión empeorada de Cristina K (se ve que los cirujanos que obtiene de canje no son brillantes). Tiene el clásico programa sobre nada... en el que suceden una publinota tras otra, hasta llenar todo el programa y obtener todos los canjes necesarios: peluquería, depilación, gimnasio, uñas esculpidas, pilchas (más y más pilchas), biju, restaurante, bar, pilates, esteticistas de todo tipo y factor. Esto es el común denominador de todas las minas del cable, pero esta va más allá, porque es tan ridícula que se vuelve inmune a toda ridiculización.

Cuentan que Favio Alberti estuvo un fin de semana en Mar del y pispeó el cable local. Cuando llegó a fashion TV se largó a llorar desolado y agarró una botella (que siempre tiene cerca) para emborracharse. Dice que no tiene sentido hacer el personaje de Coty Nosiglia si se va a ver superado por la realidad. Viendo la presentación, nomás, los lagrimones fluían tupiditos... "así no se puede, esto es competencia desleal", se lamentaba.

En el próximo programa seguro va a haber una publinota en el estudio de algún abogado, ya que está averiguando (vía canje, of course) cómo iniciar acciones legales contra Matemos a las ballenas. Lo que más la ofende, empero, es aparecer en un blog de este nombre cuando ella se mata por estar flaca, obteniendo un resultado extraño, por cierto, que es tener una cadera más pequeña que su cintura que parece la de los trabas.

Matemos a Carlos Aletto


Fue uno de los primeros nombres que salió entre los objetivos de este blog, pero no sabíamos dónde ponerlo porque encaja perfecto en varias de las entradas anteriores.

Matemos a Aletto para que se calle, sólo para eso; y le estamos haciendo un favor.
Ni por el papelón con Clarín (nadie cree en su desconocimiento sobre la publicación de su cuento); ni porque con este asunto eclosionó todo un discurso de poeta pedorro y arcaico con frases como “para este hombre que hoy soy y que trabajó toda su vida alrededor de la palabra” o “... siempre supe que hay esperanza entre el hacha y el tajo y que esta nueva versión de 'Atalaya' (…) junto a otros cuentos, a los ensayos, a mis novelas inéditas, a mis works in progress, a los textos que escribo día a día (...). Podrán ser menos leídos, no publicados, pero ahí estarán con las mismas luces y las mismas sombras de siempre, a la espera de que algo suceda" (no se pierdan la carta que envió a Clarín y la forma en que el gran diario argentino "edita" el texto); ni porque cuando recibió el premio dijo que no había aprendido nada en la Facultad (porque en realidad, y es evidente, ¡aprendió mucho!); ni porque su página en Wikipedia (sí, tiene una) decía “escritor marplatense” y ahora dice “narrador argentino” (¡del condado a la estratósfera!); ni porque ya nos tiene recontrapodridos con sus denuncias en su “labor de vecinalista”...
Matemos a Aletto para que deje de romper las bolas escribiendo cartas, descargos, aclaraciones, denuncias, hablando en la radio y luciendo una retórica vanidosa no apta para bisoños y afectada… ¡ups! ¡es contagioso!

lunes, 10 de noviembre de 2008

Matemos al investigador

Trabaja en una grupo de investigación en la Facultad de Humanidades. Ha hecho todos los palotes: ayudante alumno gratarola, concurso preparado para que él gane, colaboración en grupo de investigación, beca interna de la facultad, Antorchas, Conicet... el kit completo del buen investigador ¿Qué investiga? Se preguntarán ustedes. Bueno, si tiene un poco de autocrítica, él también se lo pregunta. Por lo general es una temática tan huidiza como pequeña: la noción de cultura en las comunidades zaraza en el siglo XVI, la evolución de la propiedad privada según los censos catastrales en Claromecó (1912-1913) o las imágenes de la mujer en la poesía guatemalteca del S. XIX.

El investigador en ciencias sociales es experto en formularios y en la confección de proyectos en 200 palabras (por vicio profesional también puede hacer el detalle de sus últimas 5 novias en 200 palabritas) en español y en inglés. Además, tiene verdadero genio, cual eximio DT, para crear el dream team que lo prohija: quiénes tienen que ser su director y codirector; en qué cátedra le conviene colaborar, de acuerdo al más actualizado rumor sobre las tendencias de los evaluadores. Finalmente, no deja libradas al azar las vicisitudes de la política y entiende cómo el aleteo en el Ministerio de Salud de la provincia puede incidir en sus oportunidades para su próxima beca.

A quien se anime a decirle que la labor de un investigador en ciencias sociales, tal como está ahora concebida, carece de utilidad social, y que debería formar parte de un programa más amplio de país y espantosas cosas así... el investigador tiene preparada una serie de respuestas categóricas:

1- Que tiene que existir libertad para investigar lo que venga y que las universidades gozan de autonomía.

2- Que eso suena fascistoide, neoliberal, bolchevique o alguna ideología feíta por el estilo.
3- Que hay espacio para todo, que una cosa no quita lo otro, o falacias de ese tipo.

Claro que estos argumentos suelen olvidar, primero, que estas investigaciones sobre el rol de la sonrisa en la obra de Roberto Arlt, por ejemplo, compiten en el sistema de becas con otros proyectos que podrían mejorarle la vida a alguien: en medicina, trabajo social, biología, etc, etc. Segundo: que los proyectos de investigación los garpamos todos, con lo cual si el almacenero de la esquina considera pelotudo que una parte de sus impuestos financie la investigación sobre el rol de las artesanías en la constitución de la identidad de los hippies de El Bolsón entre 1974-1975, el tipo tiene su cuota de razón.

Pero nuestro amigo investigador podría contestar otra cosa: que no sólo es experto en la microscópica parte de la realidad (o irrealidad) que se ha propuesto analizar... sino que es, por sobre todas las cosas, un experto en operar en la burocracia pública. Y por tanto, podría ser un asesor genial de cualquier persona que tenga que realizar un trámite. Conoce cuántas medialunas compran la buena predisposición de la gorda que extiende los certificados de esto o aquello en Rectorado; es experto en la politiquería universitaria, por lo que sabe cuando es conveniente acercarse a las agrupaciones independientes de izquierda y cuando ser un lame franja hasta que quede morada, es por demás conveniente. El tipo es un especialista: en política, relaciones humanas, papeluchos... podría cobrar para ayudar a tramitar una habilitación municipal, una jubilación o un retiro por incapacidad. Y eso, carajo, ¡no lo hace cualquiera!

martes, 4 de noviembre de 2008

Matemos al gestor cultural

Siempre está promoviendo una muestra o instalación artística en un barrio marginal, organizando para traer a un grupo de folklore que se afanará las toallas del hotel de canje que se vio obligado a ofrecerle un tío, gestionando un festival de cine sudanés (sin subtítulos), creando una nueva publicación periódica que sacará dos números, hinchando a sus amigos con plata para que apoyen la cultura (a él), organizando una charla de un etnólogo de Uganda sobre la importancia de los enemas, poniendo on line un página con las actividades culturales que será jaqueada por un sitio porno cada vez que no tenga ganas de escribir, juntando firmas porque le llueve el techo al teatro que será re independiente hasta que la municipalidad le de un subsidio... y sobre todo, quejándose de la maldita ciudad que no es solidaria con su gesta.

Basta de farsa. El gestor cultural quiere vivir sin laburar (¡quién no!) y pretende que los pobres boludos de trabajo a destajo le paguemos su capricho. Nos tendrá que ofrecer algo más: que el apoyo a la cultura sea algo concreto, esto es, que nos dejen apoyarlo a él o a su novia si está buena... aunque el sentido común dice que la cultura es amable, pero fea como Susana López Merino; que el almacén cultural que promueve tenga algo barato y sustancioso como el fiambrín,
que en la fiesta que se organiza para recaudar fondos para el grupo de teatro que funciona en un espacio público okupado, no sea como el bar de Capusotto Acá sí que no se coge, y que no te de gastroenteritis al comerte las empanadas de relleno misterioso que vendían junto a las cervezas Brahma en vasitos de plástico.

Matemos a Diego Carabelli

De un Diego a otro. De Dios al chiquitaje. Pero bue... Si es por pegarle a alguien, no discriminamos el escalafón.

Diego Carabelli es conocido por la gente que anda por la treintena por haber sido tarjetero (¿de Sobremonte, Gap o Chocolate? Se acepta el aporte de información). Junto a su madre -que confecciona esos feos vestidos de quince de confeti que podemos ver todos los sábados a la noche en la Plaza del Agua- Diego se transformó en una celebridad local.

Pero así como el ensanchamiento de las caderas y la celulitis son las perdiciones de las mujeres, las de los hombres son la gordura y la calvicie. Y estos dos males, me temo, se ensañaron con Carabelli, que relegado en los espacios del fashion local, debió ponerle nuevo rumbo a su vida.

Sabido es que los hombres hacen cualquier cosa por conquistar mujeres, y hay que reconocerle a Diego una dosis de originalidad, porque cuando el fin del tarjeterismo bolichil lo puso en jaque, optó por transformarse en artista. Pero con mayúsculas, con una impostura tan profunda que la ven en Chascomús. No es que la gente no pueda cambiar de rumbo, pero Carabelli optó por un camino extraño: primero logró la afectación, el amaneramiento y el airecito superior de algunos artistas, y después fue a Gundy a comprarse un pincel.

Si no nos creen, o desconocen el fenómeno que retratamos, miren en su página la foto de pintor psicótico, pintor come uvas, y los cuadros que parecen los de aerosol de los artistas callejeros de la peatonal.

http://www.diegocarabelli.com.ar/

lunes, 3 de noviembre de 2008

Matemos a Maradona

No pensábamos postear tan pronto, ni adelantarnos al fracaso que se viene con el partido ante Escocia pero…

Sí, es el más grande; es Dios. Y lo trajo a Bilardo al ruedo otra vez. Todo más que bien. Pero ya está, cansó casi sin hablar siquiera: no se puede convocar un equipo de tantos asesores y técnicos que pronto, si seguimos así, tendrá casi la misma cantidad de integrantes que el seleccionado. ¡Y encima llama a cada muerto...! Nos gusta el circo pero no para tanto: ¿el próximo convocado será Cóppola? ¿Por qué no arman con Suar un reality para confirmar a los ayudantes?
Que vuelva el Diego gordo y delirante; éste, amigo de Grondona y alabado por los obsecuentes periodistas deportivos (qué obviedad esta última) nos hincha las pelotas.

Matemos al artista local incomprendido

Él es, a no dudarlo, genial en lo suyo. Y por tanto, merecedor de reconocimiento, apoyo y auspicio (guita). Es un excelente poeta, un talentosísimo pintor, un increíble músico, un novelista eximio ... pero no tiene éxito a causa de conspiraciones varias. Y todos estamos moralmente obligados a apoyarlo: a comprar su libro, disco, cuadro, ir a su show, darle un auspicio (mantenerlo) para no formar parte de la conspiración materialista/comercialoide que lo persigue.

Si no le va bien y todas las galerías rechazan sus cuadros nunca es porque no ha practicado con el pincelito lo suficiente... sino porque prefirieron exponer los feos cuadros de la sobrina de la mucama que limpia en la casa de Pulti.

Si el libro no se vende nunca no es porque un argumento trillado, en fea edición de autor, de un escritor desconocido no llama la atención de nadie, sino porque el librero vendió su alma a los megagrupos editoriales con los que firmó un pacto ultrasecreto para no vender otros libros más que esos.

Si 84 editorales rechazan los inspirados versos del poeta local que habla del mar y la melancolía nunca es porque no son muy buenos, sino porque existe una confabulación para arruinar los marulos de una nueva generación que erigirá a Tinelli como deidad.

Si el músico local debe meterse los 500 disquitos que hizo con plata de la abuela en el ojete, no crean que es porque no lo compraron ni los amigos, ni porque las clases las tomó en un centro de corte y confección y nunca logró algo mínimamente audible, sino porque las discográficas, radios, disquerías, y el gusto atrofiado generalizado concluyeron en que su música era demasiado innovadora y profunda, y transmitieron el dato a la CIA que planeó su derrota junto al golpe del último líder popular africano.

Y uno tiene que escuchar el argumento con cara de circunstancia, y ayudar al artista local en lo que pueda, salvo en la sugerencia de una ligera autocrítica y el relegamiento de las tesis conspirativas.

Matemos a Milano - Farenga

Odiamos la música instrumental urbana, porque además de ser embolante en demasía, quienes la cultivan tienen un aire de superioridad, de estar realizando una tarea que los enaltece. Y porque tienden a solidificar la idea de culto a alguna pelotudez por el estilo. Y en ese gesto, aparece el supuesto de que todos estamos obligados a comprarla, difundirla o ... ¡escucharla! De lo contrario, corremos el riesgo de ser tachados de vendepatrias, ignorantes, u oyentes.

Uno de los casos más escandalosos es el de Milano - Farenga (el orden de los factores no altera el producto). La gente escucha con fingido arrobamiento. No nos engañemos: a nadie puede gustarle esa bazofia. No obstante, los integrantes de dicho conjunto afanan hace tiempo con sus disquitos y sus shows. Como si hacer música instrumental urbana (o lo que sea, no tenemos claro el género; tal vez se trate de un plan para confundirnos más aún...) no fuera una forma como cualquier otra de ganarse la vida. Idéntico a ser cajero o pornógrafo. Sin embargo, destilan un aire de santidad. Cuando los únicos que deberían ser canonizados son sus seguidores, por tolerar tanta música monocorde y pedorra.
En definitiva, nada puede esperarse de melodías que casi instantáneamente funcionan como cortina de programa periodístico dominguero, especiales benéficos o pueden acompañar el ingreso al patio de los egresados en pleno acto de fin de curso.

http://www.milanofarenga.com/

Matemos a los ecologistas

Si una ballena puede alimentar a 50 chicos que viven en el Chaco no deberíamos andar deliberando mucho para sacrificarla. No somos ecologistas porque somos humanistas. No nos importa que los productos sean transgénicos si van a alimentar a un montón de chinitos.

Pero el antiecologismo no es últimamente muy políticamente correcto. Parece que preocuparse más por la gente que por los osos pandas es tan vilipendiable como ser antisemita o racista. Entonces, en el ecologismo hay mucho esnobismo; es una preocupación demasiado primermundista para nos que tenemos problemas más urgentes.
Lo malo de la ecología, son los ecologistas. Sus discursos unívocos y a veces ciegos; sus batallas contra el resto de la humanidad, sus propagandas (ese bombardeo mediático que insta a participar y si no, sos una mierda), sus acciones siempre revolucionarias, ¡ese color verde chillón que no combina con nada, carajo! Y los slogans, muchachos...: "Salvemos a las ballenas", "Abrace un árbol", "Paren los desmontes", "Piense globalmente, actúe localmente", “Cada vez son más los que contaminan menos", “Aquí está el resto de tu abrigo de piel", "Todos somos ecologistas con el tacho cerca" (ah, no, ¡éste está bueno!)
Pero hay algo más que vale la pena resaltar: la intervención de figuras consagradas del espectáculo y la cultura. Natalia Oreiro, Marcela Klosterbooer, Nicole Neumann, Pablo Echarri y Ricardo Darín son algunos de los que, gracias a su compromiso, le han dado un aire fresco al asunto. Esta entrada no hubiera sido lo mismo sin ustedes.

Por eso nos gusta el tema del Cuarteto de nos. Hacer un churrasquito de oso panda es tan escandaloso como la peor pornografía. Basta de la pose y de lo políticamente correcto: hay veces que a uno le dan ganas de matar a las ballenas, así como tiene tendencias destructivas contra muchas cosas que parecen muy respetables. Basta de farsa. Aquí le damos rienda suelta a los odios irracionales.

domingo, 2 de noviembre de 2008

inspiración



Maten a las ballenas

Cuarteto de nos


De chiquito odiaba a la naturaleza
a mis mascotas con insidia torturaba,
a las rosas y a la flor de la cereza
con kerosen y amoníaco regaba.

Ahora no me fumo a los ecologistas
y Greenpeace es un gran curro no lo dudo
todos era antes unos comunistas
y Cousteau era solo un viejo pelotudo.

Que me chupa que la tierra un día no se pueda habitar
cuando reviente yo ya no voy a estar,
mirá como tiemblo, yo ya no voy a estar.

Me gusta ver a un pingüino empetrolado
y que un incendio arrase la selva de Uganda
quiero que el delfín Willy no sea liberado
y comerme un churrasquito de oso panda.

Que me chupa que la tierra un día no se pueda habitar
cuando reviente yo ya no voy a estar,
mirá como tiemblo, yo ya no voy a estar.

Quiero matar ballenas hasta exterminarlas
y que todos los bosques por fin se talen
las lagunas con basura rellenarlas
y poner bombas en el Discovery Channel.

Que me chupa que la tierra un día no se pueda habitar
cuando reviente yo ya no voy a estar,
mirá como tiemblo, yo ya no voy a estar.