En un afán de caerle bien a nuestro amigo poeta Gastón Malgieri y para que vean que no tenemos nada en contra de la poesía, nos arriesgamos con unas estrofitas para matar a una especie urbana de saqueadores de la buena fe y el bolsillo.
Un trabajo siempre es digno:
ocho horas, plata en mano.
No jodamos con el arte,
no te hagás el artesano.
Sos mi amiga y te acompaño
a comprar las servilletas
que pegotéas con esmero
en un plato de madera.
Es un genio, no lo duden,
el que inventó el decoupage.
¿Es un arte para pocos?
no, sólo para los desocupauge
Todos cosen, cortan, pegan,
pintan, clavan, copian, arman;
es el infierno del “arte”,
¡a ver cuándo me la maman!
Sos mi amigo y yo te quiero,
pero un límite aparece
si me mostrás una lona
llena de pelotudeces:
prendedores con caritas,
collares de vidrios rotos,
anillos de plastilina,
imanes con varias fotos.
Zapatillas estampadas,
aros con plumas colgando,
remeras deshilachadas,
¡que me la sigan chupando!
Velas con olor a culo,
posavasos al crochet,
bufandas de macramé,
¡hasta un corcho me fumé!
Te visitan y en seguida:
“¿Te muestro lo que fabrico?”
Es el horror, ¡el horror!
Mi cara…no te la explico.
Si un regalo necesito
siempre me caga un amigo
“hago bolsos, ya te muestro”
¡para qué te habrán parido!
Dios hizo el agua y el viento,
inventó el sol y la luna,
y en un descuido nos puso,
¡a estos pedazos de hijos de re mil putas!