lunes, 28 de noviembre de 2011

Matemos a las radios FM


- Hola sí, me comunico con alguna radio fm de mar del plata?
- Sí, en que te puedo ayudar?
- Mirá, los llamo porque tengo un problema, resulta que antes me gustaba mucho Madonna, y ahora ya no.
- Ahám…
- Y, eso, me pueden ayudar?
- Qué querés que hagamos nosotros?
- Pasa que uds pasan mucha música de los 80, está bien? 
- Sí…
- Bueno pero pasan mucha música de los 80, y medio que me hincharon las pelotas.
- Perdón que dijiste?
- Mirá, ayer agarré 4 estaciones de radio seguidas, una con Phill Collins, otra con Annie Lennox, otra con Debbie Gibson, otra con Virus. Ojo, está todo bien con los 80, pero me parece que el ratio “Música de los 80 vs. El resto de la historia del universo” está un poco disparejo, el abuso de flangers y otros efectos igual de galáctico-cocainómanos, de sintetizadores, calzas fosforescentes propias del hair-metal, y de drogas de diseño no son como para ser recordados con tanta frecuencia. Y las radios de esta ciudad deberían considerarlo.
- Pero, pero, y quién sos vos para llamar y sugerir?
- Y, mirá, todos los años le mando mi currículum a todas las radios, podría venir y dar una mano, darles un playlist en dvd, traer bandas… no sé, esa onda.
- No mirá nene no funciona así, voy a cortar así no me rompés más las pelotas.
- Bueno eso es porque trlmnmnmshhhstp pp p.
- Qué? eso es por qué?
- Que los 80 son una mierda, me escuchás? Suerte que John Bonham se murió justo antes, sino a Zeppelin le hubiera pasado lo mismo que a Mick Jagger, Robert Plant y Rod Stewart. Además, si no pasan 80’s ponen a la argolluda de Rihanna o Kate Perry o a Enrique Iglesias y yo no sé qué mierda les pasa a ustedes, pero a mí me parece bastante deprimente tener que soportar tanta música chota porque ustedes son unos forros y porque ni al gobierno ni a las empresas les importe una verga el arte y la cultura. Por eso es que nadie escucha radio, porque no tiene nada que valga la pena, es sólo otro medio infestado de publicidad y programas frívolos e inútiles y cualquiera con un poco de cerebro prefiere ver youtube o leer un libro antes que perder el tiempo con ustedes. Y un día… un día voy a entrar con un rifle y los voy a matar a todos, voy a ir a todas las radios, voy a abrir las puertas de un pijazo y les voy a obligar a cambiar lo que están pasando al aire a punta de rifle, y van a arrepentirse, y antes de morir, me van a pedir perdón, entendés? Hasta nunca. Click, tu, tu, tu. 


Pablo Di Iorio
paulhigh.blogspot.com

martes, 22 de noviembre de 2011

Matemos a las “fiestas” Psicofango


(A los que no son marplatenses conocedores, les informamos que las Psicofango son una especie de fiestas pseudo-literarias que, bajo el rótulo de “itinerantes”, se arrastran por mugrosos “espacios culturales” de la ciudad)


  Psicofango merece ser asesinado ya sólo por su nombre: autoproclamar que se está en el peor barro mental no los exime de responsabilidades (ni los hace geniales). Si quieren decirnos que la insanía mental los hace inimputables para leer cualquier cosa, que vayan pensando en devolver el dinero a los timados asistentes. Por otra parte, alguien debería avisarles que la conexión entre poesía y locura ha pasado de moda. Que ya nadie cree que se sea buen poeta por estar o fingirse desequilibrado. Que es preferible volver a los clásicos, que les pasen un par de cosas significativas en la vida (si es posible, que generen traumas) y tomar la medicación adecuada, para producir una poesía digna antes que tengamos que escucharlos con condescendencia como si fueran de La Colifata, integrantes de las tertulias de Predieri o parte del taller literario de una granja de rehabilitación.
  Otro temita importante es la cuestión de la estética en las fiestas de estos muchachos. ¿Es necesario que comamos empanadas de sabores dudosos, nos sentemos en el piso y escuchemos una banda con todas las poses rocker para acercarnos a su ARTE? (de paso: el cantante de Leaving Moscú ¿viene de Rusia o algo así? ¿O llevaron a uno que pasaba por ahí y le pusieron un micrófono?) Información relevante: el hippismo, con su idea de incomodidad y faso como fundamento de la actividad artística, terminó hace cuarenta años. Se lo advertimos porque continuando con esta estética decadentista de “hago la fiesta donde me prendan la luz”, el próximo Psicofango podría ser en algún supermercado Toledo: el orador arriba de un cajón de fruta desvencijado y los asistentes absortos y hacinados en la olorosa sección pollos.
  Además, ¿desde cuándo está bueno que todas las artes se conecten? Matemos a la interdisciplinariedad: música, literatura, pinturas, fotos, comida y, para colmo, toda la actividad fenicia típica de esta ciudad: promocionan los blogs de todos los que participan (ni hablar de la página local que manda urna para que el público vote a quién “matar”) y nos venden libritos, cd´s y, si los apuramos un poco, hasta fotos autografiadas de poetas con camisas leñadoras o camperas modernas, codiciados por las minitas que aman el arte.
  No vale la pena escribir un párrafo aparte para aclarar que todos los que asisten a esas reuniones literarias tienen en mente alcohol y garche; pero lo escribiremos igual. Está el tipo que le dice a su “jermu” que tiene que ir a una reunión “literaria” y aprovecha para intentar levantarse a la chica recién salida del colegio impresionándola con algunos versos que, indefectiblemente, contengan las palabras “pija”, “forros” o… “niebla”. También aparecerá la que, con la excusa de que leer la pone muy nerviosa, mezclará cerveza, porros y tranquilizantes para caballos. Toda la fauna local se hace presente en Psicofango: desde alternativos malharrenses, “gente de teatro”, skaters envejeciendo mal, sujetos que esperan otra “zombiewalk”, universitarios en carrera o escolares a punto de cambiar la voz, hasta profesionales hastiados de sus tareas burguesas.
  En una psicofangueada puede pasar cualquier cosa, como que aparezca un improvisado músico árabe que simula encantar con un pito, que proyecten las imágenes en twitter o cruzarte con alguna que otra chica como salida de una especie de Moulin Rouge decadente. A las tres horas de lectura, música y escabio ya nadie tiene en claro qué vendría a ser la literatura, y si se apareciera Borges, escapando de las garras de Kodama, a recitarnos un poema inédito, seguro lo ignoraríamos mientras comentamos con los amigos: ¿quién mierda invitó a este viejo pedante?
  Lo bueno es que los encuentros terminan temprano e intempestivamente; lo malo, que nos quedamos esperando la fiesta: si piensan que después se arma bailanta lisérgica y desinhibida, olvídenlo, con Boggio se nos fue la partuza for ever.