miércoles, 29 de diciembre de 2010

Matamos a Villa escondida

Hace un par de meses se nos ocurrió hacer un Facebook de una agrupación ecologista. La llamamos Villa escondida y la localizamos en la provincia de San Juan. Se suponía que tenían una huerta comunitaria, una escuela, talleres, pero esta gente tan buena y productiva estaba acechada por oscuros intereses, ambiciosos que buscaban quedarse con sus tierras.
Este era el lacónico texto que pusimos:
"Necesitamos tu adhesión para evitar que Villa Escondida desaparezca. Villa Escondida es un conjunto de terrenos en donde vivimos más 60 familias en el departamento de Calingasta en la Provincia de San Juan, desde hace muchos años, cuando estas tierras eran casi desérticas e improductivas y nadie las quería Trabajamos duro para hacer lo que es hoy: tenemos dos grandes huertas orgánicas, tres talleres de oficios (cestería, objetos hechos con material reciclado y cocina), una feria semanal en la que intercambiamos y vendemos lo que producimos y un taller de apoyo escolar y alfabetización. Nunca recibimos apoyo ni plata, nos organizamos para construir un lugar en el que podamos vivir todos y nos autogestionamos a través de una asamblea en la que participan todos los que vivimos en Villa Escondida.
Sabemos que hoy nos reclaman nuestro lugar porque detrás hay oscuros intereses de una empresa que quiere estas tierras, ya que mejoradas por nosotros les son útiles. Creemos que tenemos derecho a seguir viviendo en el lugar que hicimos y que ya conoce una generación entera de nuestros hijos, nacidos aquí.
Con sus adhesiones tenemos más posibilidades de que nuestro reclamo sea escuchado en la audiencia que decidirá nuestro destino, antes de fin de año.
Mucha gente nos apoya, pero queremos agradecer especialmente a la señorita Yolanda y a los chicos de la escuela 15 que nos armaron este espacio virtual para comunicar lo que nos pasa. En cuanto podamos pondremos fotos y les contaremos más de nuestra historia.
Gracias por sumarse a nuestra lucha!"

El facebook enseguida se hizo de muchos amigos, más de quinientos, todos muy contentos con la iniciativa ecológica. Pero el ecologismo y solidaridad de nuestros amiguitos de face es tan fingido como el de la modelo Vanessa Carbonne a la que se ve en la puerta de la embajada de Japón muy preocupada por la matanza de ballenas.

miércoles, 1 de diciembre de 2010

Matemos a los "buena vibra"

 
 
No importa si hacen yoga, gimnasia biorítmica expresiva, meditación, si practican medicina ayurveda, son veganos, tienen su plantación de cannabis, son sufi, budistas, lectores fervorosos de Osho y El secreto, si hacen reiki, interpretan las runas, creen en el calendario maya, el feng shui, la reflexología, consumen flores de bach, discos con sonidos de agua, pajaritos o ballenas,  prueban con hongos alucinógenos, se van a un templo en la India o abrazan árboles en el bosque energético de Mar del Sur. Los “buena vibra” están a la búsqueda de un ALGO que los tranquilice, y en ese periplo probarán con ilusión y candidez todo lo que algún otro limado les recomiende como “LA PAPA”. Se enfermarán, los estafará alguna secta, pasarán las peores vacaciones de su vida en una choza llena de alimañas en el lago Titicaca que les saldrá como una estadía en el Ritz… no importa, los “buena vibra” no claudicarán en su peregrinación con el afán de lograr la “armonización”. Con cero autocrítica te contarán sus experiencias como algo trascendente, revelador,  y se volcarán a la nueva terapia de moda.

Si bien la cantidad de subcategorías de los “buena vibra” es infinita porque todos los días aparece una pelotudez nueva (como por ejemplo, el nuevo grito de la moda “buena vibra”: no vacunar a los pibes; parece que es re cool el retorno de la escarlatina) creemos que básicamente pueden dividirse en tres grandes grupos:

El ama de casa “buena vibra”: tiene cincuenta o más. Está deprimida porque el cuerpo se le viene abajo como el chasis de un Mehari. Los hijos no le dan bola o la detestan. El marido no la escucha cuando le habla, concentrado en el culo de Jessica Cirio, (si está divorciada, peor). Los constantes llamados de los call centers y las publicidades de yogur terminaron con el poco equilibrio interior y autoestima que le quedaba. Entonces, una amiga le recomienda que haga yoga, que le va a hacer “re bien”. Claro que si se hubiera contentado con la grulla una vez por semana no hubiera inquietado a nadie, pero a eso le siguió la consulta a un homeópata, a un médico ayurveda, el cambio en la decoración de la casa según los preceptos del feng shui (todo mira para algún punto cardinal complicado de orientar, hay efectos sonoros por toda la casa y chorrea agua de cualquier cosa que pueda contenerla), la lectura y el subrayado maniático de libros de autoayuda y, por supuesto, la actitud militante. Porque llegás a la casa de Martita para buscar a Pablo y enseguida te empieza a cagar a pedos porque tu “actitud corporal” revela que estás tenso y a la defensiva., porque no debés tomar una bebida fría con la comida caliente y porque percibe una “vibra negativa” en vos, entonces, deberías “hacerte ver el aura”. El ama de casa “buena vibra” te tira por la cabeza una curiosa mezcla de medicina, brujería y religión. Vos vas retrocediendo hacia la puerta, dejando a  Pablito a merced de su madre desquiciada y sus terapias alternativas. Casi era preferible hace unos años, cuando les rompía las pelotas con la religión católica apostólica romana y los retaba porque chuparban como esponjas el fin de semana mientras les cebaba mate. O al menos sonaba menos quemada.

El gerente New Age: otra versión del “buena vibra” es el tipo entre los 40 y  60 años que ascendió en la empresa en la que trabaja de alguna forma que no puede contar, por lo que su mala conciencia no le permite dormir bien. El preinfarto hace un par de años le anunció que un cambio de vida era imprescindible, pero a  esta altura no sabe cómo hacer sin bajarse  del caballo. Lamentablemente, es normal que este tipo de pelotudo sea tu jefe. Lo extraño es que esta gente new age tan preocupada por la búsqueda espiritual suele ser la más terrenal en su vida cotidiana. Va manejando como un demente, habla mil horas por celular, ningunea a las camareras y te cuenta del ayuno voluntario en la India mientras come en el restaurante más caro de la ciudad. En su trabajo es un sacado paranoico y garca. Vale decir: no tienen un ápice de paz interior. A los cinco minutos de terminar su nueva actividad de moda se saca la máscara del relax, cambia la voz meliflua por el tono autoritario y vuelve a la normalidad. Ergo, ¿no debería cuestionarse por un momento si toda esta mierda trascendente le está sirviendo para algo? Porque más allá de no mejorar un carajo, le caga la vida a la gente por partida doble. Por un lado, a todos los que engaña y convence de que tomando un té con orégano y cilantro van a dormir como bebés, cuando el chabón necesita una anestesia para caballos para adormilar la conciencia. Por otra parte, cagan a su entorno, que deberá tolerarle que se haga el relajado por una hora con sus compañeritos de danza expresiva, para que luego le salga la mierda de forma recargada por el efecto de haber estado conteniendo y disimulando.

El  posadolescente rastafari: otra versión de la misma bosta pero un poco más inimputable porque es joven y ahora ser joven en Argentina tiene su encanto. El tipo se la pasa fumando porro todo el día, con un intento de grelos en la cabeza y  ropa que pretende ser muy casual, pero en rigor consta de bastante producción y unas cuantas prendas de marca. Vos llegás a su casa alterado del trabajo, de la facultad o de alguna discusión con tu novia, y tu amigo “buena vibra” casi te convence de que tenés que cambiar de estilo de vida, “bajar un cambio”, tomar las cosas con filosofía y escuchar a Bob Marley. Pero cuando estás en  la hamaca paraguaya fumando un caño caés en la cuenta de que vos no tenés unos padres bienudos que te van a mantener si te quedás una década fumando en estado de hibernación con tu amigo “buena vibra”. Más bien, tu viejo, almacenero italiano que se levanta a las seis de la mañana y que te ayuda a pagar tus estudios, te va a cagar a patadas en el culo si le vas con un discurso sobre respetar los “ritmos interiores” de las personas. Entonces, te levantás trabajosamente de la hamaca y tu amigo “buena vibra”, como siempre, te pide si no le tirás unos mangos para una birra (porque mucha vida natural, pero al escabio le da como loco).
Por suerte, los posadolescentes rasta vibrosos no tienen el defecto del zurdito setentoso así que no te van a atormentar con un falso discurso anticapitalista; éllos pasan el invierno deprimidos a la espera del verano y la ola perfecta para surfear.

Por más que parezcan gente muy diferente, el  ama de casa onda reiki, el posadolescente “buena vibra” y el gerente new age tienen muchas cosas en común. Además de intentar marcarnos un camino que ellos no conocen y que es contradictorio con sus prácticas cotidianas, después de cada intento de encontrar un “algo” que no hallan, les agarra una depresión espantosa y entonces te llaman por teléfono a cualquier hora y tenés que aguantarlos. Pero claro, si llegás a sugerirles que los ves mal y que deberían recurrir a algún tipo de medicación  se indignan mortalmente porque… ¿cómo pretendés que metan en sus cuerpos químicos que los dañan cuando toda solución debe provenir de lo natural? Así que allí tenemos bipolares, psicóticos, depresivos y paranoicos rompiéndoles las pelotas a todo el mundo y probando hoy con un libro de Stemateas, mañana con un ungüento de coco y hablando de la buena y mala vibra como la medida de todas las cosas.