Trabaja en una grupo de investigación en la Facultad de Humanidades. Ha hecho todos los palotes: ayudante alumno gratarola, concurso preparado para que él gane, colaboración en grupo de investigación, beca interna de la facultad, Antorchas, Conicet... el kit completo del buen investigador ¿Qué investiga? Se preguntarán ustedes. Bueno, si tiene un poco de autocrítica, él también se lo pregunta. Por lo general es una temática tan huidiza como pequeña: la noción de cultura en las comunidades zaraza en el siglo XVI, la evolución de la propiedad privada según los censos catastrales en Claromecó (1912-1913) o las imágenes de la mujer en la poesía guatemalteca del S. XIX.
El investigador en ciencias sociales es experto en formularios y en la confección de proyectos en 200 palabras (por vicio profesional también puede hacer el detalle de sus últimas 5 novias en 200 palabritas) en español y en inglés. Además, tiene verdadero genio, cual eximio DT, para crear el dream team que lo prohija: quiénes tienen que ser su director y codirector; en qué cátedra le conviene colaborar, de acuerdo al más actualizado rumor sobre las tendencias de los evaluadores. Finalmente, no deja libradas al azar las vicisitudes de la política y entiende cómo el aleteo en el Ministerio de Salud de la provincia puede incidir en sus oportunidades para su próxima beca.
A quien se anime a decirle que la labor de un investigador en ciencias sociales, tal como está ahora concebida, carece de utilidad social, y que debería formar parte de un programa más amplio de país y espantosas cosas así... el investigador tiene preparada una serie de respuestas categóricas:
1- Que tiene que existir libertad para investigar lo que venga y que las universidades gozan de autonomía.
2- Que eso suena fascistoide, neoliberal, bolchevique o alguna ideología feíta por el estilo.
El investigador en ciencias sociales es experto en formularios y en la confección de proyectos en 200 palabras (por vicio profesional también puede hacer el detalle de sus últimas 5 novias en 200 palabritas) en español y en inglés. Además, tiene verdadero genio, cual eximio DT, para crear el dream team que lo prohija: quiénes tienen que ser su director y codirector; en qué cátedra le conviene colaborar, de acuerdo al más actualizado rumor sobre las tendencias de los evaluadores. Finalmente, no deja libradas al azar las vicisitudes de la política y entiende cómo el aleteo en el Ministerio de Salud de la provincia puede incidir en sus oportunidades para su próxima beca.
A quien se anime a decirle que la labor de un investigador en ciencias sociales, tal como está ahora concebida, carece de utilidad social, y que debería formar parte de un programa más amplio de país y espantosas cosas así... el investigador tiene preparada una serie de respuestas categóricas:
1- Que tiene que existir libertad para investigar lo que venga y que las universidades gozan de autonomía.
2- Que eso suena fascistoide, neoliberal, bolchevique o alguna ideología feíta por el estilo.
3- Que hay espacio para todo, que una cosa no quita lo otro, o falacias de ese tipo.
Claro que estos argumentos suelen olvidar, primero, que estas investigaciones sobre el rol de la sonrisa en la obra de Roberto Arlt, por ejemplo, compiten en el sistema de becas con otros proyectos que podrían mejorarle la vida a alguien: en medicina, trabajo social, biología, etc, etc. Segundo: que los proyectos de investigación los garpamos todos, con lo cual si el almacenero de la esquina considera pelotudo que una parte de sus impuestos financie la investigación sobre el rol de las artesanías en la constitución de la identidad de los hippies de El Bolsón entre 1974-1975, el tipo tiene su cuota de razón.
Pero nuestro amigo investigador podría contestar otra cosa: que no sólo es experto en la microscópica parte de la realidad (o irrealidad) que se ha propuesto analizar... sino que es, por sobre todas las cosas, un experto en operar en la burocracia pública. Y por tanto, podría ser un asesor genial de cualquier persona que tenga que realizar un trámite. Conoce cuántas medialunas compran la buena predisposición de la gorda que extiende los certificados de esto o aquello en Rectorado; es experto en la politiquería universitaria, por lo que sabe cuando es conveniente acercarse a las agrupaciones independientes de izquierda y cuando ser un lame franja hasta que quede morada, es por demás conveniente. El tipo es un especialista: en política, relaciones humanas, papeluchos... podría cobrar para ayudar a tramitar una habilitación municipal, una jubilación o un retiro por incapacidad. Y eso, carajo, ¡no lo hace cualquiera!
Claro que estos argumentos suelen olvidar, primero, que estas investigaciones sobre el rol de la sonrisa en la obra de Roberto Arlt, por ejemplo, compiten en el sistema de becas con otros proyectos que podrían mejorarle la vida a alguien: en medicina, trabajo social, biología, etc, etc. Segundo: que los proyectos de investigación los garpamos todos, con lo cual si el almacenero de la esquina considera pelotudo que una parte de sus impuestos financie la investigación sobre el rol de las artesanías en la constitución de la identidad de los hippies de El Bolsón entre 1974-1975, el tipo tiene su cuota de razón.
Pero nuestro amigo investigador podría contestar otra cosa: que no sólo es experto en la microscópica parte de la realidad (o irrealidad) que se ha propuesto analizar... sino que es, por sobre todas las cosas, un experto en operar en la burocracia pública. Y por tanto, podría ser un asesor genial de cualquier persona que tenga que realizar un trámite. Conoce cuántas medialunas compran la buena predisposición de la gorda que extiende los certificados de esto o aquello en Rectorado; es experto en la politiquería universitaria, por lo que sabe cuando es conveniente acercarse a las agrupaciones independientes de izquierda y cuando ser un lame franja hasta que quede morada, es por demás conveniente. El tipo es un especialista: en política, relaciones humanas, papeluchos... podría cobrar para ayudar a tramitar una habilitación municipal, una jubilación o un retiro por incapacidad. Y eso, carajo, ¡no lo hace cualquiera!
10 comentarios:
yo estoy juntando firmas para que hacer formas de animales con globos sea una carrera universitaria. Que los mas reconocidos payasos infladores de globos y hacedores de magnificas formas reciban el reconocimiento que merecen. Los perros salchicha hechos con globos son arte!!!. O hacemos de inflar globos una carrera universitaria o que se cierre toda la facultad de humanidades y ciencias sociales.
Seguro que hacer arte con los globos no va a tener nunca reconocimiento universitario, pero si hacés una investigación sobre los artistas callejeros marplatenses que realizan globología formística... seguro que encontrás un curro de acá a veinte años.
Las becas de la universidad local, son más o menos, como agarrarte un viejo con plata que te mantenga.
También hay que pagar con algo de sexo!
Qué buen post!!!
Entre los que salen de la Facultad de Derecho (donde se recibe cualquiera con buena salud) hay un grupejo que busca algo parecido: colaborar gratarola con alguna cátedra, escribir alguna boludez (siempre y cuando sepan escribir, que no son la mayoría), convertirse en esclavos de alguna cátedra o lo que sea (las becas sólo son para los profesores y sus "protegidos"). El objetivo es llegar a entrar como "meritorio" en Tribunales para coser expedientes gratis durante algunpos años (siempre que encuentren algún/a gil que los mantenga mientras tanto), para estar primeros en la lista cuando sea posible entrar a trabajar allí. Luego, es sólo cuestión de esperar que pasen los años cobrando un sueldo de empleado público... La meta es llegar a Juez o Secretario de Juzgado, para tomarse venganza de todos aquellos que le hicieron sentir como lo que son: unos piojos mediocres resucitados.
Hagan un post sobre esto. Vale la pena.
Hum. Le digo al del comentario anterior que suena prometedor. No tenemos mucha info, pero la vamos a recopilar. Todo un trabajo de investigación el nuestro!
Yo conozco un caso!!! y lo conozco muy bien!!!
Es un sorete total. Vive dando mucha lástima, haciéndose el pobrecito que todo el mundo lo caga, el víctima de esta sociedad despiadada. De esta manera consigue la simpatía de ciertas mujeres con ganas de proteger al desprotegido (instinto maternal?). Un verdadero sicópata.
También cuenta el mito lacrimogeno de que alguna vez su familia tuvo mucho dinero, pero los agarró el cordobazo y se fundieron, y por eso ahora es un muerto de hambre... (dónde más escuché eso?)... Y encima es huerfanito y sin familia!!! (eso cuenta, pero la realidad es que su familia lo desprecia porque lo conoce...)
Después busca ser mantenido por la mina o por sus suegros (ya lo hizo al menos tres veces) hasta que la mina se aviva o se consigue otro (siempre tuvo cuernos, con todas) y lo saca a patadas de su casa.
Después de 10 años de estudiar se recibió de abogado y cose expedientes gratis en Tribunales, mientras lo mantiene otra boluda, buena mina, que viene de un pueblo de la provincia y tiene acá una agencia de viajes (siempre se las busca con guita) y un depto donde vivir.
Este tipo es lo más obsecuente del jefe (y botón) que he visto en cualquier trabajo.
Yo conozco a un meritorio que se movía a una abogada renga y desagradable y luego a una vieja que era profesora, todo para conseguir ventajitas
Bueno, lograr que se mueva una renga tiene sus méritos... podría probar con una paralítica.
Yo conozco a uno que se hace pasar por abogado, aunque en realidad no lo es. Su único capital es un traje de Mancini y unas tarjetas apócrifas. De esa manera puso un restaurante y un bar (que fracasaron y le quedaron debiendo plata a todo el mundo). Pero al tipo, en el fondo, no le interesa ni la abogacía ni la gastronomía, sino que siendo un narigón feo arma todo el circo para seducir estúpidas. Chicas: si ven una nariz y un metro después un pelotudo de traje en zona Tribunales, corran!
No concuerdo con la labor de investigación no cumpla una función social. Todos los felices matrimonios jóvenes con beca y mucho tiempo libro, los veinteañeros que lograron irse a vivir solos y no asesinar a los padres gracias al Conicet... en fin la colocación dentro del sistema de tanta gente no capacitada para otra cosa demuestran, cabalmente, que el Conicet cumple una loable función social.
Como diría Micky Vainilla: hay que ayudar a los nuestros, y las becas son a la clase media lo que los planes sociales a los pobres.
Hochman, sí.
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